Fotocomentadas.*De regreso a mi hermosa realidad, por Noé Valdés
En mi último día en París, volví al Palacio de Versalles. Estar en el palacio que Luís XVI utilizó de morada para no saber nada de las revueltas que sucedían en la capital, es ver a la burguesía elevada a la octava potencia; con la corte de Versalles, todos los monarcas europeos quisieron imitarlo.
Aquí las diferencias sociales se trastocan con la opulencia en la que vivía el rey, su esposa María Antonieta y su queridísima dama, Madame de Pompadour. Este palacio en la segunda guerra mundial jugó un papel importante, en el salón de los espejos, que por cierto hoy esta en remodelación, se firmo la paz y con esa firma se cerró el episodio sangriento que tanto costó al mundo y no es fácil olvidar; la segunda guerra mundial.
Con una cena en el restaurante Le Tour D Argen, cierro el episodio de mi estancia en La Ciudad Luz, no sin antes comentarles a mis amables lectoras y lectores que estar en París es estar en el centro del mundo; que es interesante, pero las vacaciones se terminaron y regreso a donde está el centro de mi corazón, a mi México querido, a mi Veracruz, a mi Xalapa y no faltaba más a mi Xico adorado, ahí me espera mi Madre sus hermanas y toda mi familia, en resumen a mi hermosa realidad.
Ya está bien de vagar por el viejo mundo, -que quede claro- por el viejo mundo, no por el bajo mundo; hasta aquí duró el paseo, cuando se le hace al turista, el lugar que se visite debe servir para ilustrarse; que no le suceda a uno lo de las maletas que solo se revuelcan y se rompen en las cajuelas de los coches, de los autobuses o en las bodegas de los aviones, ¡no!, se tiene que asimilar lo más posible.
En mi corta estancia en España, tengo que reconocer que la ciudad de Madrid es bella, sobre todo para nosotros los mexicanos que se nos facilita recorrerla por el idioma, que hay mucho que ver el Museo Del Prado, admirar Las Meninas de Velásquez, Las Majas de Goya, tomar un buen café en la Plaza Mayor, recorrer el Palacio Real, o hacer un tour por Ávila y embelesarse con su muralla medieval, o en la ciudad de Segovia y ver la majestuosidad desde la entrada del Acueducto Romano, caminar por sus calles empinadas, entrar a su iglesia bien llamada La Dama de las Catedrales, escuchar las historias del y en el Alcázar y desde ahí observar las llanuras de Castilla.
Y qué decir de Roma, no hay tiempo que alcance para conocerla, para recorrer tan solo el Coliseo y todo lo que circunda, se necesita por lo menos día y medio y conocer los lugares históricos a vuelo de pájaro, estar en la magnífica Plaza Venecia, conocer el barrio del Senato o la Plaza Bona, se necesita tiempo y sobre todo dinero, no hay pesos euros que sobren en estos lugares.
Y qué decir de París, una semana no es suficiente para recorrerlo todo, en el Museo del Louvre, estar frente a la esculturas de La Victoria de Samotracia, la Venus del Milo o la Joconda o Mona Lisa, magna obra de Leonardo Da Vinchi, hacerlo es alimento para el alma. Recorrer el parque de las Tullerías, La Plaza de La Concordia, caminar los dos kilómetros de Los Campos Elíseos, visitar el Arco del Triunfo, el Arco de la Defensa, la Torre Eiffel, Notre Dame y el barrio Latino es algo irresistible; no cabe duda que a Hemingway le asistió la razón al decir “París es una Fiesta” y Fray Bartolomé confirmó al expresar “París bien vale una misa”.
Todo es hermoso, estar en estos lugares es culturizarse, es una verdadera fiesta para el alma; que de vez en cuando (muy de vez en cuando) hay que darse ese pequeño lujo, pero por hoy ya está bien, ya mi tierra me llama, mi familia me espera, y sobre todo la cartera me dice que ya es el momento de volver a donde está mi ombligo, que ya no hay suficiente efectivo ni crédito para seguir por estas tierras; es por eso que hoy regreso a la realidad; “a mi hermosa realidad”.
Para algunas personas (paisanos) que aquí en Europa les he comentado, que regresar a la patria, es regresar a la hermosa realidad; me dicen que no están de acuerdo conmigo, que el viejo mundo es la hermosa realidad y yo les repito que mi México querido es mi hermosa realidad.
Y ¿por qué me expreso de esa manera?, por la sencilla razón de que cuando se viaja fuera de su país, lo primero que se extraña es la familia, la habitación y la cama, y algo importante que extrañamos es la comida, pedimos a gritos la salsa, las enchiladas, la comunicación por el idioma, el trato de la gente, hay muchas razones del por qué me expreso y digo que es mi hermosa realidad.
Doy otros ejemplos del por qué. En Europa una soda cuesta de 25 pesos mexicanos para arriba, una modesta comidas cuesta de 300 pesos en adelante, el metro y transporte urbano cuesta 20 pesos y ya no hablemos del servicio suburbano que cubre de 30 a 50 kilómetro fuera de la capital, el traslado al Palacio de Versalles cuesta 120 pesos, más lo que se compre ahí; la misma entrada a la ceremonia de canonización costó cinco euros y podría enumerar muchas cosas que en México o en Xalapa para ser exacto, en comparación con los países que he mencionado, es un regalo, claro todo está de acuerdo al poder adquisitivo, en Europa se gana bien pero se gasta bien.
El valor catastrófico de las cosas en Europa, para que tengan una ligera idea; entrar al Museo de Louvre cuesta más de cien pesos, una guía escrita en español, cien pesos, un aparatito que guía por todo el recorrido y entender el arte que se está frente a uno, cien pesos, así que para tener todo lo que se necesita para observar el arte hay que invertir aproximadamente 500 pesos, amigas lectoras y lectores, ¿no es una hermosa realidad mi querido México?
Así que a partir de hoy me incorporo a las labores cotidianas que debo desarrollar en mi querida Xalapa, a partir de hoy estoy a sus órdenes nuevamente en la capital de los veracruzanos, en la Atenas Veracruzana, vuelvo a la ciudad que tiene encendido el aire acondicionado todo el año, aquí no hay que taparse del frío auque sea verano, ni tampoco morirse de sed en la primavera, vuelvo a la ciudad donde se recorren las cuatro estaciones del año en un día, vuelvo a la ciudad de tardes con neblina hasta el piso y a ver nuevamente a su gente amable, aquí no tengo que hablarle al mesie a la madam, o a la mamuasel ni a la senorina ni al señore, ni que me tengan que traducir para que me entiendan, no tengo que ir a un restaurante donde lo que pido no se ni qué es lo que me van a servir,.
Regreso nuevamente a comer mis gorditas de frijoles con queso o con salsa de huevo o chicharrón, donde se come un buen pescado a la veracruzana, vuelvo a incorporarme a mi comida veracruzana, a mis quelites, al chonequi y el delicioso mole de Xico, vuelvo con mi madre, con mis hijos, vuelvo a donde se vive bien. Lo digo y lo repito las veces que sea necesario, “regreso a mi hermosa realidad”….Cualquier comentario sobre esta hermosa realidad, favor de enviarla a… valdesnoe@yahoo.com.mx
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