Pobre del Pobre, por Noé Valdés
Como decía el bien recordado orizabeño Pancho Liguori en sus décimas y lo acaba de mencionar hace unos días Gustavo Cadena en uno de sus interesantes artículos “Pobre del pobre que al cielo no va, lo chingan aquí y lo chingan allá” y es que esta semana que pasó me enteré del calvario que está viviendo la señora Piedad Andrade Montiel quien a pesar de llevar a cuestas los embates del tiempo, desde hace un buen rato camina con su cruz que es su propio hijo Jorge Luís Cansino Andrade. Ella anda buscando acomodo en un asilo para su vástago aquí en Xalapa.
La señora Piedad tiene 87 años y por su edad no puede brindarle los cuidados que necesita su hijo y tiene la necesidad de tener que recluirlo en algún lugar donde le den cobijo, ya que el señor Cansino padece ELA Esclerosis Lateral, una enfermedad que los doctores le han diagnosticado y que no tiene cura, los facultativos le han informado a la madre que su hijo padece una enfermedad progresiva y que paulatinamente va a ir perdiendo sus facultades de movilidad.
Desafortunadamente en varias ciudades de Veracruz y de otros estados donde la señora Andrade ha intentado llevarlo siempre se a topado con el problema de que en las instituciones donde reciben gente de la tercera edad no se hacen responsables de cuidar a personas que no puedan valerse por si mismos y aquí en Xalapa no hay una institución donde este señor pueda alojarse, pensando que en el asilo Sayago pudiera tener respuesta favorable se presentó a esa institución y dentro de los requisitos que le pidieron es que llevara un certificado del hospital de psiquiatría donde le hicieran un examen para corroborar que el paciente no sufre de esquizofrenia.
Acudió al hospital Miguel Dorantes Meza en donde existe un área de psiquiatría para que le expidieran dicho documento. Cuando llegó al nosocomio, como la señora no conoce las instalaciones, preguntó a una enfermera quien amable le indicó donde estaba el área de Psiquiatría y la encaminó para que no se desviara del camino.
Pero como decimos los mexicanos siempre hay alguien en este mundo que te ayuda, se encontró con una conocida y ésta le preguntó qué le pasaba, si venía a visitar a algún médico o un enfermo, a lo que de inmediato doña Piedad le presentó a su hijo y le dijo cuál era el motivo de la visita a ese hospital, a lo que su casual amistad le dijo que ese día había “lunes de puertas abiertas” y que le explicara a los médicos que atienden las peticiones de ese programa para que de esa manera se aligerara el trámite que iba a hacer.
Después que le indicaron dónde se encontraban las personas que le ayudarían, doña Piedad se dirigió hacia el lugar, su rostro aún con el cansancio de caminar cambió y se le miraba más tranquila, llegó a la carpa para pedir la ayuda. En lo personal siempre he dicho que el programa de “puertas abiertas” es una atinada decisión del que manda en Veracruz, da buenos resultados, lo mismo la del “gobierno itinerante”, porque los ciudadanos que viven alejados de la capital donde se encuentran los poderes, pueden darle trámite a sus demandas y resolver sus problemas, siendo atendidos cerca de sus lugares de origen para no tener que hacer gastos innecesarios.
La señora que nos ocupa en este texto llegó con los médicos y les explicó su problema; dice la señora Andrade que las personas que la atendieron lo hicieron de forma de lo más humana, dice que le dio tanto gusto que la atendieran de esa manera que ella misma sentía que no merecía tantas atenciones, le tomaron los datos y la canalizaron al área de Psiquiatría, ahí la “atendió” -si así se le puede llamar- la doctora Montserrat Palacios de la jefatura de consulta externa y ese fue el negro en el arroz.
Cuando llegó con esa señorita, toda déspota, sintió que todos los ánimos que los doctores que la habían atendido minutos antes se le iban al piso, sentía que el mundo se le venía encima, porque cuando vio el documento que decía asilo Sayago se soltó con su verborrea:
-¡Ah!, del Sayago ya saben que eso lleva tiempo y los resultados están en dos meses.
-Pero señorita, los doctores que están allá en la entrada nos dijeron que usted...
-¡Nada!, ¡qué chingaos me importa lo que hayan dicho esos, no estoy a su disposición!
-Pero señorita por favor, necesitamos ese documento.
-Pues no se lo podemos dar y háganle como quieran
La doctora se dio la vuelta y se marchó. Doña Piedad regresó nuevamente con los médicos del programa Puertas Abiertas y les contó cómo le había ido con “la profesional de Psiquiatría”, a lo que los médicos inmediatamente le dijeron que no se preocupara que la canalizarían con un neurólogo, que tenía que regresar nuevamente con quien la había atendido; la señora Andrade regreso nuevamente con su “coco”, con la que la había tratado con los pies y nuevamente a escucharles su florida fraseología:
-¡Ah! ustedes nuevamente, ya se fueron a quejar con los de la entrada, pues ni así la vamos a atender, si quiere ver al doctor Gómez Duran espérelo y a ver si los puede recibir.
Eran las 10 de la mañana y doña Piedad junto con su hijo se tuvieron que chutar la espera hasta la 1 de la tarde que llegó el “revisa sesos” y continuó el calvario porque el facultativo después de auscultar a su hijo, quien apenas si puede caminar, a boca de jarro dio su diagnostico frente al paciente:
- Señora ya no gaste su dinero, su hijo ya no tiene cura y pronto va a morir, así lo lleve a Francia o España o a donde lo lleve, va a morir, lo primero que va a suceder es que se le tendrá que poner un respirador artificial; ya no hay gran cosa que hacer. Yo acostumbro decirles a mis pacientes lo que tienen y no me gusta engañar a la gente, por eso se lo digo delante de su hijo.
En ese momento el señor Jorge Luís empezó a llorar y el doctor lo miró y le dijo
-¡Y tú no llores que tú eres el culpable de lo que te está pasando!
Con el corazón hecho pedazos doña Piedad salió con su hijo, los mal tratos de la gente que ha encontrado en la búsqueda de la salud del hijo la ha tirado, pero el amor de madre la levanta, no se raja y está de pie, aunque la maltraten como lo hicieron en el área de Psiquiatría del hospital Miguel Dorantes, y por lo que se refiere a esa señorita que es la jefa de consulta externa de ese nosocomio donde recluyen a las personas que tienen problemas por haber perdido sus facultades mentales y que está señorita está acostumbrada a tratar, cree que todo mundo está en esas condiciones.
Hay que decirle por si no lo sabe que mucha gente si piensa y lo hace bien, que no está loca ni nada por el estilo, las personas que tienen la necesidad de visitar a un familiar a ese nosocomio no están locos, van porque tienen un poquito de humanidad y por eso visitan a sus pacientes, que tienen que verle la cara a la señorita doctora por necesidad pero no están deseosas de estar frente a ella.
Habría que pedirle al señor secretario de Salud que le eche un vistazo a esa área para que vea como tratan a las visitas de los pacientes, sobre todo a la gente más humilde y sería bueno que investigara cómo tratan a las personas que están recluidas ahí, porque si a los que todavía piensan los maltratan, ¿Cómo será el trato para los que tienen la necesidad de estar recluidas en esas instalaciones, que Dios los agarre confesados.
Señor Secretario, podríamos darle datos de otro caso que la señora Piedad fue testigo, el de la trabajadora social Gregoria Cruz quien imitando a la jefa de consulta externa, también trata con los pies a las personas que tienen la necesidad de recurrir a ella y si investigamos, de muchos más….Cualquier comentario sobre este desquiciado texto, favor de enviarlo a valdesnoe@yahoo.com
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