Sunday, October 26, 2008


Una Aventura

Noé Valdés

Desde hace mas de 10 años estoy con la idea de hacer el camino de Santiago, lo he venido planeando y por muchos razones lo he ido aplazando y no lo he podido realizar, pues hoy ya es el día y gracias al todo poderoso o como decimos los de mi tierra gracias al que todo lo provee y a mis amigos franceses por fin estoy en el tren rumbo a pamplona por donde iniciaré esta aventura.
En el reloj de mi computadora marca la 1 con 8 minutos de la madrugada, tiempo de Xico, aquí en el tren ya son las 8 con 8 minutos de la mañana, ya las luces de Madrid se han quedado atrás, solo se escucha el aire que va rompiendo el tren, de ves en cuando se oye las compresoras desalojando el aire sobrante, desde el coche numero dos que es el que me asignaron imagino cómo este monstruo de fierro va devorando los kilómetros en ésta vía que pareciera no tiene fin.
Desde las ventanas panorámicas, observo los campos ya preparados para sembrarlos de trigo, girasol, papas o patatas como le dicen por acá, los olivos desde donde yo los miro, no podría decir con precisión si tienen o no frutos, lo que si se es que voy ya rumbo a donde he soñado caminar, por donde lo han hecho miles ¡que miles, millones! de personas y estoy seguro que donde ponga mis pies, ahí, lo han puesto muchísima gente y que ahí mismo se han derramado sudor, lagrimas y hasta arrepentimiento, de sus pecados o de haber hecho esa aventura; yo también tengo dudas, mis temores, pero como decía el viejo, “si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría”. Bien pues, aquí voy y no me rajo.
El tren avanza, afuera, entre más rueda hacia el norte el ramaje cambia, la cosecha es más tardía, los campos están aun sembrados de maíz, poco falta para hacer la pizca; pareciera que los granjeros de por estos rumbos aun no les llega la calentura de sembrar maíz para producir carburante, es por eso que la producción es tan solo para alimentar a los animales y para hacer harina.
Por fin, pasado el medio día llego a Pamplona, ahora a buscar los amigos el albergues y la acreditación; pensaba que todo iba a ser fácil, tuve que hacer algunas preguntas y aún así me trajeron de un lado para otro, por fin llegue al albergue Jesús María en donde doña Begoña y doña Teresa quien es la presidenta del patronato del mismo me recibieron con una sonrisa de oreja a oreja.
Nunca he hecho una aventura de esta naturaleza y hoy que me encuentro en medio de esto, mejor dicho en el Camino de Santiago, me doy cuenta que es toda una aventura. Para empezar es una novedad que el albergue es como si fuera la torre de Babel, hay aquí peregrinos de Francia, Inglaterra, Australia, Japón, Corea, de Suiza y Suecia, de Alemania, Italia, yo el único de México y de la propia España, es un escuchar voces en diferentes idiomas, es toda una gran experiencia ser peregrino de Santiago.
Ya se podrán imaginar amables lectoras y lectores mi sorpresa cuando pase al interior del albergue, una guapa jovencita que más tarde supe que era de Suecia, poniéndose venditas en los pies para proteger las ámpulas hechas por las botas, un japonés poniéndose una pomada con olor a menta y dándose masaje y al mismo tiempo haciendo gestos de dolor, otro también japonés con la frente rota y que posteriormente me comento que le habían puesto 6 puntadas por la herida que se hizo al caerse con su bicicleta en la etapa anterior de Ronsesvalles a Pamplona.
Tengo que admitir que cuando miré a éstos jóvenes en esas condiciones me dije, esto va a estar medio regular, me encomendé a mi dios y al señor Santiago y como dicen los españoles, sea por dios y que venga más y, aquí voy.
Es domingo, desde las 5 de la mañana empezó el traqueteo, rechinidos de literas, el sonido inconfundible de las duchas; yo también hago lo propio, claro después de haberme recetado por más de 8 horas los ronquidos de mi vecino el japonés que solo miraba como levantaba las cobijas con sus ronquidos, aunque esto de dormir colectivamente también tiene su lado agradable, hay chicas de no más de 25 años y es un agasajo verlas caminar en el albergue con pantaloncitos cortos.
Después de hacer cola para ducharme estoy listo, con mi maleta en la espalda, de inmediato estoy con un pie en la calle, ya fuera del albergue solo le pido a mi dios que me ilumine el camino en mi travesía ya que en estos días del año la luz del astro rey llega como a las 8 de la mañana. Me enfilo hacia el camino y ya estoy dándole a la caminata, en los primeros kilómetros me hacia decientas cincuenta y nueve preguntas pero una era la que más me repiqueteaba en mi sentido, ¿aguantaré el camino?, a esa pregunta pronto recibí respuesta; después de recorrer los primeros 10 kilómetros y ya casi al medio día, aun no podía dejar de ver Pamplona, caminaba y caminaba y la verdad parecía que no avanzaba, la imagen de la ciudad de donde había salido no la perdía de mi vista.
Agobiado por el sol del medio día, por el peso de la maleta que por falta de oficio en esas cuestiones yo llevaba hasta el gallo de la pasión, con todo y eso logré llegar a la cima del perdón, me tomé un ligero descanso, un bocadillo y ahí fue la última vez que miré Pamplona, hice algunas fotografías con mi Canon G9.
Reinicio mi caminata, ahora en descenso, pronto llegare al Puente de la Reyna donde termina la primera etapa; el cansancio junto con el sol me está minando y creo que no lograré llegar al Puente de la Reina, pasé por el pueblo de Uterga, me encuentro con algunos ciudadanos que habitan ese pueblo y platico unos minutos con ellos, la charla me sirve de descanso; me comentan estos señores que ahí se dedican a la agricultura y que siembran trigo y cebada, que la uva y la oliva sus padres les platicaban que alguna vez la sembraron por esa región pero que hoy eso ya no es negocio.
Dicen que el trabajo del campo es mal pagado, que antes había en Uterga mas de ochenta personas que se dedicaban a labrar el campo y que ahora con una persona es suficiente, que todo se a automatizado que ya no se necesita de muchas manos para labrar la tierra, “nos hemos hecho cada día más inútiles y lo peor, el mismo hombre es el que a hecho que haya desocupados.
Llego a Obanos den donde se juntan los caminos de Rosesvalles y Rocaforte, es el lugar en donde Pablo Cohelo dice en su libro “el Peregrino” que mataron el amor, por una historia que hay en el pueblo en donde un joven mató a su hermana por envidia de que ella era todo amor, ella ayudaba, albergaba, daba de comer, guiaba y curaba a cuanto peregrino pasaba por ahí, cuentan los del pueblo que el hermano arrepentido de su fechoría hizo El Camino de Santiago y al regresar decidió vivir como ermitaño en un monte cercano al pueblo de Obanos, por donde pasa el camino, a partir de ese día se dedicó a ayudar a los peregrinos.
Tengo que confesarlo, llegue a Obanos a punto de tirar la toalla, no podía dar un paso más, quiero decirles a mis amables lectoras y lectores que vale la pena hacer éste camino, aun con todas las peripecias, cansancios y dolores que se sufren, creo que cuando termine el camino, si es que lo termino, lo voy a extraña y ya ahí la dejo porque voy a descansar, mañana me espera otra gran experiencia que también se las voy a platicar…Cualquier comentario sobre ésta cansado texto, favor de enviarlo a valdesnoe@yahoo.com

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