Sunday, September 23, 2007

Damos el grito, por Noé Valdés



Este quince de septiembre como todos los años se escuchó por todo México el grito de independencia. Desde la Presidencia de la República el presidente Calderón ondeó la bandera y tañó la campana que un día Miguel Hidalgo hizo sonar para iniciar la lucha por la independencia.
En los 32 estados de la república los gobernadores hicieron lo propio; en los ayuntamientos de toda la geografía mexicana lo mismo y en las embajadas de México en el mundo también, (en algunas) se acordaron que en otros tiempos hubo héroes que nos dieron patria y libertad.
Todos lo hicimos a nuestro estilo, a nuestra manera de ver las cosas, como dicen, de acuerdo como nos va en la fiesta, porque no podemos gritar de alegría cuando se tiene un cúmulo de deficiencias, para algunos les es difícil hablar de pobreza teniendo la mesa llena, no sería posible que alguien se quejara que tiene hambre teniendo comida de sobra, así que todos lo hicimos de acuerdo a nuestra apreciación.
Los Indígenas de la Huasteca en la región de Tantoyuca, los de la Huasteca Nahua en la región de Chicontepec, los Totonaca en la región de Papantla, los indígenas Nahua en la región de Zongolica y los Popoluca en la región de Soteapan dieron el grito pidiendo que se les haga mejores caminos para poder sacar al mercado sus productos y que tengan mejores precios.
Dieron el grito pidiendo que haya mejores hospitales y que ellos tengan acceso a esos centros de salud, dieron el grito pidiendo que sus hijos se preparen mejor en escuelas que estén al alcance de ellos, gritaron porque se les respete sus usos y costumbres, gritaron porque sus mujeres den a luz en un lugar adecuado y limpio, no en el abandono de sus hogares enclavados en las montañas.
Gritaron, en pocas palabras porque se les haga justicia, porque se les trate como humanos, gritaron porque los delitos se aclaren, gritaron porque su familiares que están en las cárceles por no tener una buena defensa, una defensa que hablara su idioma y en las más de las ocasiones, por delitos que no cometieron.
De esa manera gritaron este quince de septiembre los indígenas de Veracruz.

Aquí en Jalapa Tío Fide también dio el grito, fue un grito lleno de emoción, sobre todo de confianza de saber que de aquí en adelante la tarea no será fácil pero más liviana, no tendrá el congreso en contra, el “no” en contra de Fidel para la LXI legislatura entrante no le está permitido pronunciar, bueno, ¿Qué me pasa? ya me estoy desviando del grito. Todos los que abarrotaron el centro la noche del quince también saben por qué gritaron.
Unos lo hicieron porque ya están hartos de que los bancos les cobren tantos intereses en los préstamos, en las tarjetas de crédito, en los paguitos de 13 meses sin intereses y si te atrasas uno te cobran todos los intereses del año, también gritaron por que la porquería de intereses que pagan los bancos a los usuarios de la banca es algo que no da risa sino rabia, hay una desigualdad abismal en ese aspecto, no se miden estos usureros, pues por esa pequeña razón algunos gritaron.
Otros gritaron porque ya no le suban tanto al precio de las medicinas, que los atiendan mejor en los centros hospitalarios y que no les cobren tanto, gritaron por que la educación oficial gratuita no sea tan cara, y que las escuelas privadas no cobre precios estratosféricos. Las amas de casa gritaron porque el dinero por más que lo estiran no alcanza y cada día que pasa la familia se “alimenta” de manera más raquítica.
Mucha gente gritó porque los taxis no abusen de los usuarios, porque el servicio urbano haga bien su trabajo, por que las refacciones para todo tipo de aparato sean más económicas pero que no sean chinas porque esas duran solo la víspera y los que más gritaron fueron los que no quieren que suban los energéticos, porque la escalada de precios será imparable, la carrera de precios y salarios siempre será de una competencia desleal, con una ventaja de todo el mundo en contra de los que menos tienen, en contra de las clases más desprotegidas.
Y en todo el litoral de Veracruz también hubo grito, los pescadores también gritaron, ellos no tienen oportunidades ni pro campo, porque en ese caso sería -pro mar- pero a ellos no les llegan tan a menudo los apoyos del gobierno, los pescadores saben que si hay buen tiempo pescan y sino hay que aguantar el temporal o salir retar al mar y enfrentar todas las vicisitudes que sean necesarias con tal de traer el sustento a la familia, a ellos también les afecta que los precios de la gasolina suban y por eso gritaron más fuerte.
Y los que dieron el grito pero con el agua hasta el cuello fueron los que habitan en la rivera del Panuco, algunos gritaron otros lloraron porque perdieron la mayor parte de sus pertenencias, ellos gritan y claman que les llegue la ayuda oficial, ya sea del color que sea pero que llegue, realmente la necesitan.
En fin esto del grito lo hacemos no solo el quince de septiembre, lo hacemos todos los días: lástima que creo, perdón no creo, lo hacemos en el valle del silencio, gritamos en el desierto y nadie nos escucha, gritamos, protestamos y nos encueramos y nadie nos hace caso, les mostramos nuestras miserias a los turistas nacionales y extranjeros y no hay autoridad que le importe.
Seguiremos gritando y clamando y si es necesario porque no quede de otra, rogando, hasta que se haga justicia a los indígenas, que se les trate con respeto, porque son humanos como nosotros, con la diferencia que ellos son nuestra identidad, el de donde venimos, por eso merecen todo nuestro respeto, los ciudadanos de las grandes poblaciones también merecen nuestro respeto, los obreros, los comerciantes, los empleados, las amas de casa, los maestros, por todos seguiremos gritando para que se haga justicia y algún día, -como en las historias del cine- vivamos en un mundo feliz… Cualquier comentario por este gritón texto, favor de enviarlo a valdenoe@yahoo.com


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