Un milagro del IVEA, por Noé Valdés
Desde chiquillo tengo entendido porque así me lo inculcaron mis padres y sobre todo me enseñaron que cuando se tienen los medios económicos se puede uno dar algunos pequeños lujillos, aunque la mayoría de las veces he tenido que aguantarme los deseos por no darse las circunstancias de poder gozar de esos pequeños privilegios.
Desde niño para poder trasladarme de mi paraíso, (Xico) a la Atenas Veracruzana, lo tenía que hacer en autobús, porque no había de otra y además de que la situación económica no nos daba para que lo hiciéramos en automóvil particular.
Por lo tanto yo estoy acostumbrado desde pequeño a viajar en lo que sea posible ya sea en el servicio urbano, en taxi o a pie si es necesario; es un honor viajar en los vehículos colectivos porque disfruto del viaje y además de que me entero de lo que sucede en la ciudad desde los vehículos y por lo que la gente comenta cuando viaja a sus trabajos o llevan a los niños a la escuela etc.
Esta semana que terminó, el viernes para ser exacto, me trasladé desde el CEM hasta Palo Verde en uno de los autobuses de los verdes que hacen el circuito por todo Ruiz Cortines, Lázaro Cárdenas, Arco Sur, Avenida Presidentes, Bolivia e Ignacio de la Llave, me pude enterar de que los conductores de esos camiones “parece” que ya les cayó el 20 y ya hacen su recorrido con más precaución.
En ese mismo autobús viajaba el joven Marco Antonio, un muchacho que yo conocí hace ya muchas lunas y recuerdo que alguna vez lo animé a que terminara sus estudios de primaria en el IVEA institución que dirige atinadamente el Maestro Zúñiga Martínez.
En una corta charla y a grandes rasgos me comentó:
-Señor Noé, soy un mal agradecido pero hoy que la suerte me da la oportunidad, yo le quiero reconocer que me haya invitado a que siguiera estudiando, de no haberlo hecho no me hubiera podido abrir paso en la vida.
-Pero si yo solo te dije que siguieras tus estudios, el mérito es tuyo.
-Si ya lo se, pero en el tiempo que estuve en el IVEA, recibí un trato de estudiante, me sentía importante hacer mis tareas y trabajar con mi asesor, me dediqué esmeradamente y de lleno a la escuela para adultos y pude terminar la primaria y secundaria y ya encarrerado con esa enseñanza pude hacer un curso de inglés.
-¿Y qué pasó?
-Llevo dos años radicando y por supuesto trabajando en el vecino país del norte y con lo que he ganado allá, pude terminar la construcción de la casa de mi madre; ahora estoy casado y tengo una niñita de 3 meses allá en Chicago, hoy vine de vacaciones a ver a mi madre y la próxima semana me regreso a Estados Unidos.
-Qué bueno que ya estás trabajando por allá y que te has abierto paso en la vida ¿No extrañas a tu familia aquí en Veracruz?
-Claro que la extraño, pero allá está la chamba y me espera mi mujer y mi hija y tengo que regresar. Tengo la esperanza de volver a mi tierra y disfrutar aquí de lo que allá estoy ganando, por lo pronto ya estoy haciendo una casita aquí en San Marcos.
-¿Y para cuándo piensas regresar a tu pueblo?
-Le estoy echando todas las ganas para ver si es posible que en dos años más esté nuevamente por acá, con los míos, espero poder instalar un negocio de lo que yo estoy haciendo allá.
- ¿Y a que te dedicas allá?
-Trabajo con un gringo que tiene una compañía que hace acuarios residenciales de todos tamaños, con la tecnología más moderna; espero hacer una empresa aquí y que pueda distribuir en todo el estado y de ser posible en todo México los acuarios.
-Señor Noé, qué bueno que hoy la vida me dio la oportunidad de encontrarlo y de esa manera manifestarle mi agradecimiento de que me haya inducido a que siguiera con mis estudios, le aseguro que me ha sido de mucha utilidad.
-Qué bueno que en algo contribuí contigo.
-También le agradezco al Maestro Guillermo Zúñiga que cuando usted me llevó con él, le pidió a un maestro que me atendiera y me dio todas las facilidades y pude siempre salir adelante en mis estudios, para el señor Zúñiga mi agradecimiento de toda la vida. Me despido porque ya en la próxima esquina me tengo que bajar del autobús, fue muy agradable platicar con usted, espero que la próxima vez que lo vea platiquemos con más tranquilidad.
Nos despedimos, yo continué en el autobús hasta donde tenía que bajar y en ese lapso fui reflexionando de cómo la vida da tantas vueltas, a Marco Antonio yo lo había llevado al IVEA con la idea de que saliera del problema de no tener un cerificado de primaria y ahora encuentro a un joven que ya hasta se casó y que ya está trabajando y ha logrado el sueño americano; qué bueno que pudo salir adelante y sobre todo que encontró lo que posiblemente andaba buscando y lo encontró con la ayuda de la institución que dirige el maestro Zúñiga Martínez.
Cuando platicaba con Marco y observaba su rostro la felicidad que irradiaba cuando me desgranaba su experiencia que vivió en el circulo de estudios del IVEA, y en especial el agradecimiento hacia mi persona pero sobre todo hacia el maestro Zúñiga, recordé lo que mi maestro del que siempre he abrevado de su conocimiento. Comprobé sobre todo lo que alguna vez me dijo, “La gratitud es la memoria del corazón”… Cualquier comentario sobre este soñador texto, favor de enviarlo a valdesnoe@yahoo.com
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