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Juan Pablo II, peregrino del amor
Noé Valdés
“No digo adiós.
Permanezco con
ustedes porque los
llevo en mi corazón”
Juan Pablo II
El Papa Juan Pablo II, antes de que iniciara el viaje hacia la patria celestial, sus seguidores, ya lo consideraban santo. Este uno de mayo, la voz de su sucesor Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, se escuchó en las bocinas de la Plaza de San Pedro, donde declaró Beato a Karol Józef Wojtyla y tras de ese anuncio, se oyó un estruendoso aplauso y vivas de los asistentes, venidos de todo el mundo, a la misa de beatificación. El primer paso para que oficialmente Juan Pablo sea reconocido Santo por la Iglesia Católica ya está dado, ahora hay que esperar un tiempo para la canonización, por lo pronto, el Papa Itinerante, ya lleva recorrido la mitad del camino rumbo a los altares.
Los creyentes y seguidores del “Peregrino del amor”, han estado pendientes del proceso del hombre que por sus bondades supo ganarse al mundo. Por esa razón, nos parece valioso divulgar nuevamente, el texto que se publicó, el día que de carne y hueso nos dejo Juan Pablo II, aunque –como todos sabemos-- espiritualmente siempre ha permanecido con nosotros, por eso amable lectora y lector, aquí le presentamos aquel texto.
“A las 21.37 del sábado 2 de abril de 2005, tiempo de Roma, se apagó la flama de la esperanza, la flama que desde el 16 de octubre de1978 se encendió y se propagó por el mundo rápidamente con Juan Pablo II “El Grande”, como se le dice hoy; el Papa Viajero, el Papa itinerante, el Papa que siempre llevó a los pueblos del mundo en su evangelio el amor y el anhelo de la paz.
¡Sí!, se apagó la flama, más no la luz, esa luz que Su Santidad emana hacia la humanidad y que no se extinguirá, esa luz que cada día alumbrará más, porque así lo quiere la misma humanidad, porque dentro de esa luz lleva implícita la paz, la igualdad, la fraternidad y sobre todo será la antorcha que ilumine el camino a la juventud.
Con Juan Pablo, se rompieron los cánones de la iglesia católica, cuando lo eligieron como vicario de Dios, hubo un cambio, fue el primer Papa polaco, no italiano, a sus 58 años cuando fue electo era el más joven, la edad no correspondía a los Papas anteriores.
Cuando hay un nuevo Papa, todos los cardenales van a verlo y le dan su voto de obediencia. Para esa ceremonia se le da al nuevo jerarca de la iglesia católica, una silla que es como un trono, cuando le acercaron esa silla, Juan Pablo II no la quiso y dijo, “¡No!, quiero estar cerca y recibir un abrazo de mis hermanos” ahí empezó a demostrar una personalidad diferente, expresando ese amor que vertía ya como Papa.
El sucesor de San Pedro numero 264, tuvo la humildad y el valor de pedirle perdón al mundo por los errores de la iglesia, perdonó a su agresor que lo mantuvo en cama por un tiempo, nunca claudicó sus principios católicos, al contrario con sus hechos se veía la confianza de que cada paso que daba era para afianzar más la fe a Dios.
Fue el primero que entro a una Sinagoga, a una Mezquita, fue al Muro de los Lamentos y se le vio en muchas ocasiones con los patriarcas griegos, estuvo en Azerbaiyán y Bulgaria, países difíciles para la iglesia católica, convivió con las diferentes religiones; por eso se le considera líder moral del mundo, el Pontífice miraba al hombre sin diferencias porque consideraba a todos, hijos de Dios.
A los jóvenes puso especial atención, durante su papado, asistió a casi todos los encuentros juveniles que se realizaron en el mundo y siempre que tuvo la oportunidad de estar con ellos les dijo, “No tengan miedo de hablar de Jesús, vale la pena seguir a Cristo, recuerden que ustedes son la esperanza del mundo”. No es casualidad que las últimas palabras de Juan Pablo II fueran dirigidas a los jóvenes.
Por su experiencia de haber sufrido en carne propia en su querida Polonia, la intervención nazi y posteriormente un gobierno comunista, Karol Wojtyla tuvo especial interés en derribar los muros que fueran necesarios para que cambiara la vida en el mundo.
Su Santidad ya realizó el viaje a la patria celestial, aquí se queda un pueblo que sufre y llora la pérdida de un gran hombre, pero no pierde la esperanza de que en el cielo el mismo Jesús le abrió la puerta y que desde allá estará enviando sus bendiciones a este pueblo que no lo olvidará jamás”.
Desde este primer día de Mayo del 2011, Benedicto XVI, confirmó que a Juan Pablo II se le quiere, con la confianza que desde el cielo está pendiente de los jóvenes por quienes tanto trabajó, porque siempre pensó que son el futuro del mundo, pendiente de lo que sucede en la tierra y que también, --creemos—nos estará enviando sus bendiciones y deseando que los habitantes de la tierra, estén en mejor armonía con la familia, con los demás y en sintonía con Dios. Así sea…Cualquier comentario sobre este, santificado texto, favor de enviarlo a valdesnoe@hotmail,com
Juan Pablo II, peregrino del amor
Noé Valdés
“No digo adiós.
Permanezco con
ustedes porque los
llevo en mi corazón”
Juan Pablo II
El Papa Juan Pablo II, antes de que iniciara el viaje hacia la patria celestial, sus seguidores, ya lo consideraban santo. Este uno de mayo, la voz de su sucesor Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, se escuchó en las bocinas de la Plaza de San Pedro, donde declaró Beato a Karol Józef Wojtyla y tras de ese anuncio, se oyó un estruendoso aplauso y vivas de los asistentes, venidos de todo el mundo, a la misa de beatificación. El primer paso para que oficialmente Juan Pablo sea reconocido Santo por la Iglesia Católica ya está dado, ahora hay que esperar un tiempo para la canonización, por lo pronto, el Papa Itinerante, ya lleva recorrido la mitad del camino rumbo a los altares.
Los creyentes y seguidores del “Peregrino del amor”, han estado pendientes del proceso del hombre que por sus bondades supo ganarse al mundo. Por esa razón, nos parece valioso divulgar nuevamente, el texto que se publicó, el día que de carne y hueso nos dejo Juan Pablo II, aunque –como todos sabemos-- espiritualmente siempre ha permanecido con nosotros, por eso amable lectora y lector, aquí le presentamos aquel texto.
“A las 21.37 del sábado 2 de abril de 2005, tiempo de Roma, se apagó la flama de la esperanza, la flama que desde el 16 de octubre de1978 se encendió y se propagó por el mundo rápidamente con Juan Pablo II “El Grande”, como se le dice hoy; el Papa Viajero, el Papa itinerante, el Papa que siempre llevó a los pueblos del mundo en su evangelio el amor y el anhelo de la paz.
¡Sí!, se apagó la flama, más no la luz, esa luz que Su Santidad emana hacia la humanidad y que no se extinguirá, esa luz que cada día alumbrará más, porque así lo quiere la misma humanidad, porque dentro de esa luz lleva implícita la paz, la igualdad, la fraternidad y sobre todo será la antorcha que ilumine el camino a la juventud.
Con Juan Pablo, se rompieron los cánones de la iglesia católica, cuando lo eligieron como vicario de Dios, hubo un cambio, fue el primer Papa polaco, no italiano, a sus 58 años cuando fue electo era el más joven, la edad no correspondía a los Papas anteriores.
Cuando hay un nuevo Papa, todos los cardenales van a verlo y le dan su voto de obediencia. Para esa ceremonia se le da al nuevo jerarca de la iglesia católica, una silla que es como un trono, cuando le acercaron esa silla, Juan Pablo II no la quiso y dijo, “¡No!, quiero estar cerca y recibir un abrazo de mis hermanos” ahí empezó a demostrar una personalidad diferente, expresando ese amor que vertía ya como Papa.
El sucesor de San Pedro numero 264, tuvo la humildad y el valor de pedirle perdón al mundo por los errores de la iglesia, perdonó a su agresor que lo mantuvo en cama por un tiempo, nunca claudicó sus principios católicos, al contrario con sus hechos se veía la confianza de que cada paso que daba era para afianzar más la fe a Dios.
Fue el primero que entro a una Sinagoga, a una Mezquita, fue al Muro de los Lamentos y se le vio en muchas ocasiones con los patriarcas griegos, estuvo en Azerbaiyán y Bulgaria, países difíciles para la iglesia católica, convivió con las diferentes religiones; por eso se le considera líder moral del mundo, el Pontífice miraba al hombre sin diferencias porque consideraba a todos, hijos de Dios.
A los jóvenes puso especial atención, durante su papado, asistió a casi todos los encuentros juveniles que se realizaron en el mundo y siempre que tuvo la oportunidad de estar con ellos les dijo, “No tengan miedo de hablar de Jesús, vale la pena seguir a Cristo, recuerden que ustedes son la esperanza del mundo”. No es casualidad que las últimas palabras de Juan Pablo II fueran dirigidas a los jóvenes.
Por su experiencia de haber sufrido en carne propia en su querida Polonia, la intervención nazi y posteriormente un gobierno comunista, Karol Wojtyla tuvo especial interés en derribar los muros que fueran necesarios para que cambiara la vida en el mundo.
Su Santidad ya realizó el viaje a la patria celestial, aquí se queda un pueblo que sufre y llora la pérdida de un gran hombre, pero no pierde la esperanza de que en el cielo el mismo Jesús le abrió la puerta y que desde allá estará enviando sus bendiciones a este pueblo que no lo olvidará jamás”.
Desde este primer día de Mayo del 2011, Benedicto XVI, confirmó que a Juan Pablo II se le quiere, con la confianza que desde el cielo está pendiente de los jóvenes por quienes tanto trabajó, porque siempre pensó que son el futuro del mundo, pendiente de lo que sucede en la tierra y que también, --creemos—nos estará enviando sus bendiciones y deseando que los habitantes de la tierra, estén en mejor armonía con la familia, con los demás y en sintonía con Dios. Así sea…Cualquier comentario sobre este, santificado texto, favor de enviarlo a valdesnoe@hotmail,com
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