Wednesday, September 23, 2009

EL DOLOR DE LA
NOSTALGIA
Noé Valdés
Existe una rima jarocha que se adapta perfectamente a lo que me voy a referir en este espacio. “Dicen que no duelen las despedidas, dile al que te lo dice que se despida”. A las 22 horas con 4 minutos del 30 de septiembre del 2008 dio inicio el rodamiento del tren que me llevaría de Lourdes hasta la Ciudad Luz, a Paris.
Desde la ventana panorámica observé las luces de la ciudad, las de la catedral y las del castillo del siglo XIV en lo alto de la montaña, antigua residencia de los condes de Bigorre, hoy museo de arte popular de los Pirineos, en donde alguna vez estuvo Napoleón. Era una noche fría, poca gente se miraba por las calles, calles por donde en su juventud caminaba Bernardette Soubirous, la menudita, la agraciada muchachita que fue la elegida, en el inicio de la segunda mitad del siglo XVIII para que diera a conocer en aquellos tiempos la buena nueva, la noticia de que en una gruta cercana al pueblo había aparecido Nuestra Señora de Lourdes.
Conforme avanzaba el tren y me alejaba de la ciudad, las luces iban desapareciendo de mi vista, dentro de mi sentía un nudo en la garganta, en ese momento me hice una promesa que con el favor del todo poderoso, algún día se realizará, por lo pronto hoy que ya está a punto de hacer un año de estar por esas tierras, la nostalgia llega como una aguja que se me inserta en mi mente y hace que se me revelen los días maravillosos que pasé en esa gran ciudad.
Tan solo fueron dos noches y tres días los que viví en esa mística ciudad, en ese lugar santo donde acuden todos los días miles de turistas en busca de su salud, porque el turismo que ahí llega, está inspirado en la religión católica, en la fe y en la esperanza de encontrar el alivio para los males que nos aquejan a los que vivimos en nuestra Madre Tierra.
No puedo olvidar el día que llegué, cuando bajé del tren sentí una emoción difícil de explicar, caminar por una ciudad donde lo han hecho miles de millones de visitantes, porque visitar Lourdes te convierte, como el Camino de Santiago, en un “peregrino” y en una persona más segura de sí mismo, por cierto que cuando llegué a esa ciudad, el Santo Padre Benedicto XVI había estado ahí a escasos 10 días antes, aun en las paredes y en los anuncios espectaculares había las imágenes de el Papa, en las casas se miraban adornos con la bandera y el escudo del Vaticano.
Poco a poco me fui adentrando a la ciudad, los hermosos callejones que invitan a que los recorras, a que los disfrutes, en las calles las tiendas comercian toda clase de suvenirs que consisten en medallas, llaveros, ceniceros, cinturones, rosarios, biblias, estampas y toda clase de recuerdo de Nuestra Señora de Lourdes. En la ciudad de Lourdes sus moradores viven de la fe de millones de personas que creen en Nuestra señora de Lourdes y son tantos los visitantes que la verdad no sé cómo le hacen para atender a tanta gente.
Como lo dije anteriormente, Lourdes es una ciudad de fe, ahí se dan cita miles y miles de turistas que viajan a ese lugar santo en busca de su salud. Es común ver por las calles a enfermeras empujando sillas de ruedas para trasladar a enfermos, de los hoteles a la catedral, a la gruta donde se apareció la virgen, también ahí se dan cita miles de enfermeras que asisten a dar apoyo a los enfermos, lo hacen de forma voluntaria y llegan de muchas ciudades de Europa, principalmente de Italia.
Ahí todo es oración, fe y esperanza, todo el día hay misas, misas simultaneas en la gruta, lo hacen en un campo abierto en la parte de enfrente, al otro lado del rio Gave, dentro de la catedral y en varios lugares más, lugares cercanos a la gruta donde se apareció Nuestra Señora de Lourdes.
Existe un parecido a las peregrinaciones que se hacen aquí en México a la morenita del Tepeyac, a la reina de los mexicanos, a menudo se ven personas que llegan de rodillas, con el dolor reflejado en el rostro pero con la esperanza de encontrar la cura de su mal. Existe un nacimiento de agua y se dice que es agua milagrosa, ahí se hacen grandes colas para poder tomar el agua curativa, yo al menos me traje un buen garrafón por aquello de que cura todos los males.
Recorrer la rivera del rio Gave es una maravilla que no se puede olvidar, observar los peces en esas aguas cristalinas y por supuesto frías es una experiencia hermosa, Lo menciono de nuevo en pocas palabras, en Lourdes se hace un turismo de fe y por supuesto de esperanza de encontrar la salud. En los hoteles existen restaurantes donde ofrecen comida por supuesto francesa que es una delicia.
Desde el día que conocí la ciudad y Nuestra Señora de Lourdes, la traigo aquí en mi mente como si fuera algo que se me quedó prendido en mi cerebro, recuerdo cada uno de los callejones que existen en la ciudad, los bulevares, el rio y por supuesto La Gruta donde apareció nuestra señora. La traigo de tal manera que hoy que hace casi un año de que estuve por esas maravillosas tierras, me causa dolor la nostalgia; claro que tengo la esperanza y la fe de que un día no lejano estaré de nuevo por esa Santa Tierra, por lo pronto le doy gracias a la vida de que logré estar ahí.
Si alguien de mis amables lectoras y lectores quiere y puede viajar a Lourdes, es sencillo el traslado, si se está en Paris, todos los días hay trenes directos a Lourdes, si se está en San Sebastián, en el norte de España, se toma el tren “el topo” que lo traslada a Hedaye Francia, ahí se compra el billete para viajar a Ballone y ahí se trasborda a otro tren que lo lleva a Lourdes, les auguro una buen experiencia, la van a pasar de película.
DORMIR BIEN
¿Qué tal duerme amable lectora y lector?, ¡bien!, que bueno, porque los que también duermen bien son todos aquellos que viven en el medio rural y que les ha llovido de manera pertinaz, dejando una buena humedad para que los productos del campo se desarrollen con toda normalidad y se conviertan en divisas frescas para pagar sus deudas…Cualquier comentario sobre este nostálgico texto, favor de enviarlo a valdesnoe@yahoo.com